A los docentes de nivel secundario suelen pedirnos a las pocas semanas de iniciadas las clases que presentemos una planificación de contenidos para el año. La misma basada en un diagnóstico del grupo clase o informe socioeducativo. Tarea difícil puesto que un docente, puede decir que “conoce” a sus alumnos recién terminado el primer trimestre.
En un gran número de casos el requerimiento del diagnóstico y la planificación se hace a ciegas, más por cumplir con lo que se considera un trámite burocrático. La verdad es que año a año este mismo proceso de presentación de informes y planes de estudio sin saber nada sobre mis alumnos me frustraba sentimiento que me llevó a leer y conocer más sobre este fantástico proceso de la enseñanza y el aprendizaje de conocimientos. Fue así que, navegando por un el mundo de las neurociencias y el aprendizaje creativo, por pura serendipia. Leyendo el libro “Finding Your Element” (Encontrando tu Elemento) de Sir Ken Robinson, me encontré con el test VARK. Este es un instrumento diseñado por Neil Fleming y Collen Mills en 1992 que sirve como autodiagnóstico de las preferencias sensoriales para procesar y elaborar la información durante los procesos de aprendizaje.
La denominación VARK responde a las iniciales de los términos (en Inglés) Visual (visual); Aural (auditivo), Read and Write ( leer y escribir), Kinesthetic (kinético o kinestésico). Resulta un instrumento muy útil para que los educadores detectemos y comprendamos las preferencias sensoriales; muchas veces inconscientes, de nuestros alumnos. El propósito sería planificar actividades áulicas con mayores y mejores expectativas de aprovechamiento por parte del alumnado. En la medida en que las metodologías y prácticas empleadas se adecúan a lo que resulta más estimulante para cada alumno en particular. Los autores consideran que las personas reciben información constante a través de los sentidos y que el cerebro selecciona parte de esa información e ignora el resto. Las personas seleccionan información en función de sus intereses pero también estos afectan la percepción.
¿Por qué es importante para los docentes conocer las modalidades sensoriales de nuestros alumnos?
Los sistemas de representación se desarrollan más cuanto más se utilicen. Porque no son neutros, sino que, cada uno tiene características propias. Muchas personas presentan alguna preferencia en alguna modalidad pero también existen individuos multimodales. Es decir que procesan información en más de una forma. El “estilo de aprendizaje» de cada persona, es según la escuela de programación neurolingüística (PNL) la manera preferida que cada uno tiene de captar, recordar, imaginar o enseñar un contenido determinado. El canal perceptual es por donde nos apropiamos de los contenidos (el ojo, el oído, boca, o el cuerpo en general).
Cuando uno estudia, el aprendizaje se ve afectado por múltiples factores, desde características ambientales (como la luz, la temperatura o el ruido) hasta rasgos emocionales (como la motivación y la responsabilidad).
Este año, junto con algunas colegas, realizamos el test VARK a 80 alumnos de tres escuelas del sur de la Provincia de Santa fe de entre 14 y 18 años correspondientes a distintos sectores socioeconómicos de distintos Establecimientos Educativos Públicos. El estudio arrojó que los chicos encuestados responden a estos estilos de aprendizaje: VISUAL 12; AUDITIVO (AURAL) 32; LECTURA Y ESCRITURA 3, KINÉTICOS 33.-
Si tenemos en cuenta que estos chicos pertenecen a la Generación Z o millenials, así denominados por haber nacido en el año 2000 y que se caracterizan por haber crecido con las Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación como su hábitat natural lo que “programado” sus cerebros para ser más permeables a aprender de forma auditiva y en movimiento.
En base a la implementación del cuestionario VARK cambié radicalmente mis clases. Teniendo en cuenta que las personas con preferencias de aprendizaje auditivas prefieren las exposiciones verbalizadas y la revisión oral de ideas y conceptos. Mientras que aquellos con un perfil kinético aprenden mejor con experiencias prácticas eché mano a otro recurso con el cual literalmente tropecé navegando en internet: la clase invertida (The Flipped Classroom como se lo denomina en inglés).
El Flipped Classroom (FC) es un modelo pedagógico que transfiere el trabajo de determinados procesos de aprendizaje fuera del aula. Ademas utiliza el tiempo de clase, junto con la experiencia del docente, para facilitar y potenciar otros procesos de adquisición y práctica de conocimientos dentro del aula. (http://www.theflippedclassroom.es/what-is-innovacion-educativa/)
Básicamente y en términos simples armé un grupo de Facebook para mis alumnos. Es allí donde subo videos con las explicaciones teóricas de conceptos centrales y en el aula trabajo con ejercicios prácticos. Estos comienzan con un espacio dedicado a la generación de ideas utilizando herramientas creativas. Sigue un momento práctico, y culminamos con las reflexiones sobre lo que se ha aprendido.
Es cierto, mis alumnos no leen conceptos, tampoco tienen que repetir sus saberes de memoria. Ellos aprenden haciendo, participando, y tomando decisiones. Yo no soy un jefe que ordena y mira desde lo alto. Soy más bien un acompañante pedagógico, un líder y las decisiones las tomamos entre todos.
Hoy siento realmente que mis clases son escuchadas, que mis chicos aprenden en serio y la frustración se esfumó.
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