Esta generalización tiene validez para aquello que ocurre entre mi acción y dirigir un órgano de mis sentidos hacia cierta fuente de información y mi acción consciente de derivar información de una imagen que «yo» creo ver, oír, palpar, gustar u oler.

Hasta para un dolor realizamos formación de imágenes. Tanto los homínidos, como los monos y los perros somos conscientes que escuchamos un sonido y paramos las orejas en dirección a ese sonido. En lo referente a la vista, si algo se mueve en la periferia de nuestro campo visual llamará la «atención» y desplazaremos los ojos e incluso a veces la cabeza para verlo.

Se trata de un acto consciente que solemos realizar de forma automática también. Somos conscientes que damos vuelta la cabeza pero no de la visión periférica que estamos teniendo en ese momento.

El comienzo de la epistemología empírica primero, no tenemos consciencia de los procesos de formación de imágenes que conscientemente si vemos; ya sea de forma interna o externa. Por otro lado los procesos que se dan de forma inconsciente para que nosotros veamos esa imagen. Esas imágenes se encuentran generadas desde nuestro cerebro ya sea que la percepción la estemos teniendo en forma interna o externa, la visión también se termina de generar desde nuestro cerebro.

La tesis de Ames, nos cuenta que para crear la apariencia de profundidad en las imágenes que forjamos al mirar el mundo a través de nuestros ojos, nos guiamos por cinco claves principales.

Pruebas a la formación de imágenes

La primera es el tamaño . Cuando nos referimos al tamaño de la imagen física sobre la retina. Acá tenemos una diferencia porque no lo vamos a ver de su tamaño exacto. Sino que depende el ángulo que el objeto subtiende en el ojo. La clave de la distancia sobre la cual informa el nervio óptico es, quizás, el cambio en el ángulo subtendido.

Podemos probarlo observando el siguiente cuadro:

La segunda clave es el contraste en el brillo. Se da por alternancia de iluminación. Esta alternancia de iluminación, crea la apariencia de una aproximación y retroceso.

Podemos probarlo con el siguiente cuadro:

Superposición, que podemos probarlo en el siguiente cuadro:

Paralaje binocular, esto solemos resolverlo con la visión foveal y podemos probarlo con la siguiente imagen:

Paralaje creada por movimientos de la cabeza. Si le moves la cabeza hacia ambos lados desaparece la ilusión de movimiento:

Esta es la más predominante.

Ames hizo que me parase en el costado más próximo de la mesa y describiese lo que veía: la ubicación de los dos objetos y el tamaño que me parecían tener.

Concluyendo

Sabemos que también esta percepción nos da nuestro marco de observación que podemos modificar sobre lo real que tenemos alrededor nuestro.

La maquinaria de la percepción creaba la imagen segura las reglas de la paralaje, que se trata de la diferencia de las posiciones aparentes. Reglas que expusieron claramente por primera vez los pintores del Renacimiento; y la formación de imágenes que da tomar estas claves, sucedía bien fuera de mi conciencia. Lo que creemos conocer están profundamente incorporado a nuestros

procesos de percepción.

La epistemología de la percepción es en su mayor parte inconsciente, podemos comenzar a modificarla cuando somos conscientes de ella.

No existe un orden inmediato de las imágenes que la percepción presenta al cerebro, pero si una práctica  continua y auto-corrección es parcialmente posible alterar esas imágenes. Lo que podemos realizar al respecto tiene que ver con la calibración, así como la aprendemos en rapport también podemos entrenarla para nuestra percepción visual.