Vamos a ir descubriendo porque decimos que nuestro cerebro es social y para que nos sirve tener este cerebro social, beneficiándonos de sus bondades.
El éxito de nuestra supervivencia con respecto a otras especies se debió al desarrollo de nuestro instinto gregario. Habernos unido nos llevó al éxito incluso por sobre otras especies. Esto dio lugar a grupos y comunidades, en las que nos fuimos brindando apoyo y protección. Permitiendo en nuestra evolución el desarrollo de la comunicación y otras conductas que fuimos evolucionando. Aprendimos a entendernos y sensibilizarnos con los demás. En este punto todos nos influenciamos entre nosotros. Aprendimos incluso a comunicarnos mas allá del lenguaje pudiendo leer microgestos; como bien estudió Paul Eckman. Descubriendo que nuestro cerebro tiene áreas especiales para la lectura de rostro.
La complejidad de nuestro cerebro social se debe a la diversidad que alcanzamos como especie. Al aumentar la población la probabilidad de combinaciones también aumenta.
Para el desarrollo de habilidades sociales en necesario que podamos predecir pensamientos y acciones para poder ajustar nuestra conducta con la de los demás. Para esto utilizamos nuestro mecanismo anticipatorio de supervivencia.
Con respecto a la anticipación social, la Dra. Kiley Hamlin realizo un experimento con bebes a los que les mostraba una figuras con ojos, donde un circulo quiere subir una pendiente y el triangulo la ayuda, mientras que el cuadrado tira al circulo para abajo. A raíz de esto llegó a la conclusión que nuestro cerebro social reconoce buenas acciones y las valora como amigo – enemigo desde la temprana edad de seis meses.
También tenemos el test de Sally y Ann, nos da la teoría de la mente que nos dice que desde corta edad mostramos la teoría de la mente por la cual atribuimos propósitos y pensamientos a los demás. Esto lo hacemos teniendo como filtro nuestra cultura y nuestras propias creencias. Atribuyendo ideas complejas del tipo causa-efecto. Lo utilizamos para predecir, cuidando nuestra propia supervivencia, quien es amigo y quien enemigo.
Igualmente en esta línea producimos lo que llamamos lectura de mente ajena, para adaptar nuestra conducta o forma de pensamiento, a aquella que nos de mayores posibilidades de aceptación social.
Activación del cerebro social humano
Cualquier situación que nos haga sentir fuera de nuestros grupos de pertenencia nos produce dolor.
La activación del cerebro social se da incluso cuando pensamos que estamos con otro ser. El compartir experiencias con los demás nos genera placer y por el contrario no estar integrados a nuestros distintos grupos nos genera dolor. Es fundamental la conexión entre todos los integrantes de un grupo y poder fomentar esta activación del cerebro social desde las actividades diarias. Queda demostrado que esto aumenta nuestra felicidad y posibilita estados emocionales apropiados para lo que sea que estemos vivenciando en cada situación.
Mathew Lieberman nos cuenta que nuestro cerebro social es tiene la capacidad de volvernos más inteligentes y felices, depende nosotros. Él lo llama los superpoderes del cerebro social.
El dolor social proveniente de las pérdidas o rechazo, es más que una metáfora. Cuando es expuesto a marcadores cerebrales vemos que, ante el rechazo social se encienden las mismas partes cerebrales que el dolor físico.
Así concluye que el dolor social es lo mismo que el dolor físico. Deduce que la cobertura de necesidades sociales para cualquier mamífero es necesarias para la supervivencia. La conexión social nos ayuda a llegar a la adultez. Nos hace vivir, jugar y trabajar juntos. Nuestra capacidad para la cooperación y la colaboración es única también. Existe una red para el pensamiento social en nuestro cerebro que nos permite ver el mundo socialmente.
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