El abrazo es una acción que más allá de dar, también debemos recibir, y a la gran mayoría de nosotros se nos olvida dar. Un abrazo calma la ansiedad, y quita la depresión, remarcando nuestra existencia como individuos, brindándonos quietud y serenidad.
Los abrazos emiten energías que ayudan a todo ser humano, por ejemplo, cuando pasamos por depresiones, ansiedades, tristezas, o simplemente nos sentimos solos. Cuando una persona nos abraza aumentan los niveles sanguíneos de oxitocina, conocida como la «hormona del amor», de esta manera, el abrazo disminuye la presión arterial y el ritmo cardíaco, dándonos un efecto de tranquilidad interior.
Es por ello que el abrazo entre padres e hijos es de gran importancia, sobre todo cuando son muy chicos, ya que es de gran ayuda para el desarrollo de las neuronas, donde además se estimula la hormona del crecimiento y la hormona de la juventud, la DHEA. Para profundizar más en el tema, quiero comentarte los beneficios del abrazo.
- Ser abrazado elimina la depresión, y hace que el sistema inmune se fortalezca, permitiendo una sensación de energía positiva.
- Nos da tranquilidad y por ende aprendemos a ser más pacientes.
- Ayuda a darnos fuerzas en un mal momento.
- Comunicamos muchas cosas sin decir una palabra.
- Balancea nuestro sistema nervioso.
- Fortalece la autoestima.
- Libera dopamina, generadora del buen humor.
- Calma el estrés.
- Y es una muestra de afecto y cariño entre nuestros seres queridos.
Es importante resaltar que nuestro cuerpo es nuestro centro de energía, y necesita ser estimulado de carga positiva, una persona promedio necesita entre 4 y 5 abrazos diarios, de ésta manera se produce en nosotros un efecto sanador, donde además nuestro cuerpo desarrolla una respuesta química en el cerebro, liberando un antibiótico natural, conocido como endorfinas, brindándonos una sensación de bienestar, estimulando la alegría y eliminando el dolor físico o emocional.
Cuando este movimiento hormonal sucede en el cerebro, se distribuye por todo el cuerpo fortaleciendo nuestro sistema inmunitario convirtiéndolo más resistente a los virus y bacterias que hay en el ambiente.
Un abrazo entre dos personas por lo general tiene una duración de 3 segundos o hasta menos, pero estudios recientes han demostrado que cuando un abrazo dura más de 20 segundos, se produce un efecto terapéutico sobre nuestro cuerpo y mente.
Existe un cuento muy corto de un niño que aprendió el efecto del abrazo, y es que una vez, éste niño, (lo llamaremos Simón) era una persona muy callada y bastante reservada, constantemente se quedaba adormecido mirando al horizonte. Los que lo conocían se quejaban de su falta de energía.
Si alguien le preguntaba como se sentía, él contestaba:
– “Bien, siempre estoy bien, lo que pasa es que las cosas no son como me gustaría que fueran”
Y al decir esa frase, que siempre era la misma, se quedaba pensativo por un momento y luego volvía a su estado apático.
Sus amigos se preocupaban por él, e intentaban animarlo para que jugara con ellos, a veces, hasta le hacian bromas para que simón se animara y cambiara el semblante serio por una sonrisa, pero esa sonrisa duraba muy poco.
Un día, mientras todos sus amigos disfrutaban de un baño en la piscina de los abuelos de Simón, alguien vio a ese chico cabizbajo y aparentemente triste, y decidió ir a darle un abrazo por sorpresa. Simón no se lo esperaba, se giró y vio el rostro sereno de su abuela, que le decía:
– “Pequeño, siempre que necesites un abrazo te lo daré, pero tendrás que esforzarte para que el abrazo tenga sentido, y te haga cambiar ese sentimiento interior que te envuelve.”
De nuevo, Simón se quedó pensando, esta vez en las palabras de su abuela, que realmente estaba preocupada por su nieto. Y sin darse cuenta, se puso en pie y se fue acercando al borde de la piscina. Se sentó y metió las piernas en el agua. La sensación que le invadió fue muy refrescante, y su actitud cambió.
Comenzó a mirar cómo sus amigos disfrutaban del agua, del sol, del verano, de la compañía, y poco a poco se fue dibujando en él una sonrisa de satisfacción, que cuando sus amigos lo miraron, se quedaron estupefactos, y fueron enseguida a recibir al nuevo Simón, distinto y animado.
Simón comenzó a abrazar a sus amigos, uno por uno, y cada vez se sentía mejor y más feliz. Cuando todos habían sido abrazados, les dijo lo que había aprendido:
– “Mi abuela me ha hecho ver lo importante que es vivir feliz. Aunque las cosas no sean como me gustaría, debo aceptarlas como vienen, y disfrutar de todo lo bueno”.
Simón no se había dado cuenta de su carencia, necesitaba que le abrazasen con verdadero sentimiento, y una vez que experimentó ese abrazo mágico de su abuela, quiso parecerse a ella, e infundir buenas sensaciones a los que le rodeaban. Y fue así como simón se convirtió en el amigo que siempre escuchaba, y con un abrazo conseguía convertir cualquier tristeza en una ilusión.
Los abrazos, son sin lugar a duda una medicina que recomiendo a todos, y más en estos tiempos donde la sociedad es más indiferente. Así que cuando veas a tus hijos, tu esposo, esposa, madre, padre, amigo, regalale un abrazo, saludalo de esa forma, no tienes idea de como cambiarás la actitud de esa persona y como tú te sentirás mejor.
Cuento.Referencia: http://www.cuentosinfantilescortos.net/cuento-infantil-los-abrazos-de-tonin/
Magnífica lectura y gracias por compartirlo. Y es verdad, un abrazo siempre será bienvenido y son muy gratos de dar. Inclusive de uno mismo, cruzando los brazos y llevando las manos hasta los hombros, je… Y con un hasta pronto, me repito: excelente artículo, me gustó y agradecido. José Salas
Gracias por tus comentarios José, es un placer para nosotros compartir.
¡Un abrazo! 🙂