Desde el momento en que nacemos, nos comunicamos con las personas que tenemos a nuestro lado. Al principio comunicamos con gestos y emociones. Luego, a medida que vamos creciendo, le agregamos a nuestro lenguaje las palabras. A esto le llamamos “conversar”. Conversamos con otros nuestras alegrías, nuestros problemas, nuestros sueños. O conversamos para resolver algún problema, para ponernos de acuerdo o para quejarnos. Podemos tener cientos de tipos de conversaciones. Pero principalmente conversamos con nosotros mismos. Son esos diálogos que tenemos con nosotros mientras hacemos algo, o la otra persona nos cuenta algún acontecimiento, o cuando llegamos a la noche a nuestras casas y apoyamos la cabeza en la almohada para quedarnos repasando el día y tratando de tomar alguna decisión importante. A esas conversaciones las llamamos “conversaciones privadas”. Si en este momento te preguntara cuánto tiempo durante el día pasamos en conversaciones, ¿cuál sería tu respuesta? 8 horas? Quizás más? 10 horas? La verdad es que si sumamos las conversaciones que tenemos con otros y las conversaciones que tenemos con nosotros mismos nos daríamos cuenta de que estamos haciéndolo las 24 horas. Es decir, vivimos en conversaciones. Es más, en este mismo momento que estás escuchando esta columna te estarás diciendo si te resulta interesante o no, repasar las cosas que tenés que hacer después del programa, etc.

Por lo tanto todo el tiempo estamos en conversaciones, con nosotros mismos o con las otras personas. ¿Pero alguna vez te pusiste a pensar qué tipo de conversaciones tenés? Hoy te voy a dar dos tipos de conversaciones que solemos tener la mayoría del tiempo. La primera es la conversación de IMPOSIBILIDAD. En la película “En busca de la felicidad” el protagonista, Chris Gardner, le comenta a su mujer que iba a comenzar un curso sobre acciones y manejo de la Bolsa y ella, recordándole su precaria situación económica, le dice que le parece una locura ponerse a estudiar cuando hay que pagar muchas cuentas atrasadas. Su conversación es de “no posibilidad”. En otra escena de la película, Chris Gardner se encuentra con un hombre que baja de un lujoso auto deportivo y le hace solamente dos preguntas: ¿qué haces y cómo lo haces? Se centra en una “conversación de posibilidad”. Él busca claves concretas que le permitan tomar acción.

Vivimos en conversaciones; vivimos atravesados por nuestras palabras y las palabras de los otros. Un instituto de California, analiza anualmente la cantidad de palabras que nos llegan cada día. La cifra se triplicó desde los 4 mil quinientos trillones de palabras en 1980 hasta los 10 mil ochocientos trillones en 2008. Consumimos 105 mil palabras al día; 23 palabras por segundo; cada día recibimos 34 gigabytes de información, la cantidad que saturaría a una computadora de capacidad media hasta bloquearla en el plazo de una semana. Por eso hoy te invito a preguntarte: ¿en qué tipo de conversaciones transformás todas esas palabras? ¿Son palabras o conversaciones de posibilidad o de no posibilidad? Eso sí, te repito y te recuerdo, tenés 10 mil ochocientas trillones de oportunidades para transformar tu realidad con tus conversaciones en conversaciones de posibilidad. ¿Estás listo para comenzar?