A lo largo de la vida, nos encontramos con experiencias tanto positivas como negativas
que nos nutren de aprendizajes en cada ciclo de nuestra existencia. Marcando las decisiones que tomamos como individuos. Algunas de esas experiencias nos marcan muy profundamente, creando una gran influencia en nosotros y por supuesto con las personas que nos rodean.

Cuando nos encontramos con algo que nos apasiona profundamente, sea hacer deporte, cocinar, escribir, cantar, entre otras, sentimos placer y realización personal, más aún cuando aquello que hacemos lo hacemos con amor y compromiso. De esta forma nuestro cuerpo reacciona positivamente ante los estímulos sensoriales que generan esta serie de actividades.

En nuestra niñez, aprendemos a tomar decisiones sobre aquello que nos gusta hacer y que no. Es allí cuando comenzamos a construir poco
a poco el camino de lo que queremos ser y qué queremos lograr a futuro. Pero para lograr eso que queremos es importante apartar lo que nos bloquea y afianzar aquello que nos ayuda a continuar con este plan a mediano, corto o largo plazo.

Una vez que crecemos llegan los momentos en que hay que tomar decisiones importantes o plantearse metas concretas. Y es allí donde podemos evaluar los recursos con los que contamos. Esta es una tarea que para algunos es difícil, ya que en ese preciso momento nos encontramos en una autoevaluación de todo lo que nos rodea, sean personas, hechos, y resultados que hacen de nuestro futuro objetivo algo palpable. Para otras no tanto.

Ésta toma de recursos y decisiones están sujetas a una valoración propia de nosotros como individuos sobre aquello que queremos ser o conseguir.

La mejor forma de tomar esos recursos y decisiones es preguntándonos ¿Qué quiero de esto? ¿Qué beneficios tengo? ¿Cómo puedo lograrlo? ¿Qué herramientas necesito para lograr eso que tanto quiero? Para conseguir estas respuestas, es importante tomar en cuenta nuestro raciocinio. Y con esto me refiero a tener la capacidad de analizar nuestra situación actual, reuniendo las alternativas que tenemos, y considerar las variables de estas decisiones.

El aporte de las Neurociencias

Tomamos decisiones durante todo el día. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos tomando todo tipo de decisiones,  ya sean grandes e importantes o pequeñas e insignificantes. Tomamos decisiones a cada momento durante el día. Algunas veces la decisión es fácil, otra depende de complejos procesos que adoptamos para la verificación de la información. Cuando estos procesos complejos se extienden en el tiempo podemos estar frente a una situación de preocupación que determina también nuestro estado de animo.

El conocimiento adquirido previamente y las vivencias desarrolladas que generan nuestra experiencia van modificando nuestros circuitos cerebrales. Los reorganizan agilizando de esta forma nuestros procesos de toma de decisión. En este tipo de procesos  se integran tanto las funciones emocionales con sus marcadores somáticos como las funciones ejecutivas del cerebro. Esto implica los distintos tipos de memoria que utilizamos a diario junto con la flexibilidad cognitiva.

En este proceso en la activación de los marcadores somáticos y los registros que tengamos de nuestro cuerpo son importantes nuestras emociones. Estos actúan como brújula de nuestras decisiones antes que nuestro componente cognitivo se ponga en acción. Utilizamos nuestros sistemas sensoriales y motores para luego utilizar nuestra corteza prefrontal.

Sabiendo esto podemos tender a utilizar nuestro sistema de toma de decisiones en la forma sencilla para trasladarlo a la compleja, permitiendo así la economía energética que tanto le gusta a nuestro cerebro.

Cuando se exige mas a las funciones ejecutivas mas aumenta nuestro consumo de la energía cerebral. Con la demostración que nuestro cerebro emocional puede tener un componente importante en la toma de decisiones y como podemos cada vez mas registrarlo para economizar energía de preocupación. Nos permite decisiones más acertadas en concordancia con nuestro inconsciente que se manifiesta en forma corporal conectado con nuestras emociones.

 

Decisiones

  • Lo primero que hacemos es “Definir nuestra decisión”, para esto tómate tu tiempo en escribir la decisión que quieres tomar. Lo ideal es escribir todos estos pensamientos y luego evaluarlos. De esta manera podrás ver las cosas desde otro punto de vista. Es importante definir nuestra decisión, ya que a partir de este punto tendremos la decisión casi tomada.
  • El segundo paso es “Identificar nuestro objetivo”. Cada vez que encaramos una decisión, existe un interés por aquello que queremos alcanzar. Ya sea, un nuevo empleo, retomar los estudios universitarios, cambiar de ciudad, entre otras. De acuerdo a estos ejemplos, nos formulamos la siguiente pregunta ¿Qué quiero obtener cuando tome esta decisión?.
  • El siguiente paso, “Escribir cada una de la opciones que tenemos”, de esta forma se nos hará más fácil la tarea de decidir qué camino, u opción tomar.
  • El próximo paso es “Analizar los Pros y los Contra”, aquí es cuando poco a poco iremos despejando todo aquello que nos confunde, utilizando como ya hemos mencionado, el sentido común y la lógica.
  • Finalmente “Reflexiona y medita tu decisión”, esta es una de las mejores herramientas que te permitirán tomar la decisión correcta. Es importante estar en un lugar calmado donde no puedas ser interrumpido para esta gran decisión. Repasa todo aquello que te has planteado, tómate el tiempo necesario para poder elegir acertadamente.
  • Y por último, “Emprender las acciones de acuerdo a la decisión tomada”, de esta manera sabrás cuál será el primer paso para alcanzar aquello que quieres.

Conclusiones finales

Es importante resaltar que las decisiones que tomamos dependen de nuestro punto de vista, o nuestra moral, pero también algunas de las grandes decisiones deben ser tomadas con el corazón. Existen muchas cosas en la vida que no podemos cambiar, como el lugar donde nacimos, la familia, etc. Pero algo que sí podemos elegir es cómo sentirnos ante ellas, cómo reaccionar.

Todos los días decidimos cómo queremos vivir, y una de las ventajas que tenemos es la capacidad de elegir. Lo importante es no esperar el mañana, sino ir construyendo poco a poco nuestro futuro. El optimismo es la clave para todo esto, y además es vital para mantener una vida armoniosa. Así que la mejor alternativa es ser perseverante y también ser positivos ante los cambios y oportunidades que nos da la vida.