Erase una vez una forma, esa forma vivía en un tiempo pasado muy pasado, tan pasado que ella y todas sus compañeras recién habían tomado forma de forma.
Sucedió que un día la forma salió de su casa totalmente dispuesta a pasear para ver si encontraba algo con que alimentar su forma, porque las formas necesitan alimentarse; en esa época las formas comían de vez en cuando, no como las formas de ahora que comen todos los días.
Es día muy temprano se despertó y con toda decisión salió a transitar para conseguir comida, recorrió un largo camino, por una superficie árida y seca, se podían ver los típicos colores que se ven en esas superficies y hasta el silencio hacía que el rozar de su transitar fuera ruidoso e hiciera que la temperatura estuviera un poco molesta. Tanto silencio o demasiado ruido hacía que al ver esos colores amarillo anaranjados muy débil suavemente saturados corriera un escalofrío por todo el cuerpo de la forma.
Llevaba ya un tiempo recorriendo, fue así como en el preciso momento de zenit lo vio, sintió un sonido sordo que la empalideció, entonces todo el cuerpo de la forma comenzó a transformarse, primero sus músculos se tensaron, luego comenzó a tomar un fuerte color rojo, su respiración se agitó y lo miró fijamente.
Evaluó durante unos segundos sus posibilidades, era comer o seguir hambrienta, era mirar o cerrar los ojos, era gritar o el silencio eterno.
Durante unos minutos, fue el ser más poderoso del lugar y así, gritando mientras observaba fijamente decidió que era el momento de comer; eliminar el hambre y vivir para toda la eternidad, contando sus hazañas y viendo como a su alrededor otras formas le agradecían.
Comió, volvió, durmió…
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Mucho mucho mucho tiempo más tarde la forma despertó, un fuerte sonido que hasta le hacía doler la cabeza, no comprendía mucho, pero sabía que tenía que ponerse en alguna gama de gris, tal vez alguna manchita de otro color, pero pequeña que nadie lo notara.
Salió a la calle, dirigida a conseguir su comida diaria, las superficies ya no eran planas, ni tampoco eran amarillo anaranjadas, sólo que seguían siendo áridas y secas…
Al salir la inmensidad de altos generadores de sobra volvía a hacer que la temperatura se tornara incómoda, siguió avanzando, ahora con un ruido fuerte y estridente que le hacía recordar el silencio de la soledad, cuando de repente todo se detuvo, nuevamente estaban frente a frente, con porte desafiante se plató delante de ella y ella (la forma) volvió a teñirse de rojo, a tensarse, a agitarse y lo miró fijamente, ¿Hambre o comida? ¿Gritar o silencio? Tensión, más tensión y finalmente, llegó el momento y nada sucedió. Cansada volvió hacia allí, todavía roja, todavía tensa.
Volvió, comió, durmió…
Volvió, comió, durmió… volvió, comió, durmió… volvió, comió, durmió…
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