¿Cómo mantener una buena dieta cerebral? ¿Podemos seleccionar o filtrar las fuentes de alimentación? ¿Qué podemos hacer para dejar afuera aquello que nos impacta y nos “cae mal”?

Se sabe que la mayoría de las tareas cotidianas que realizamos las maneja el cerebro de manera inconsciente- lavarse los dientes, bañarse, vestirse, preparar el desayuno-. Gracias a la repetición,  estos actos se automatizan y se hacen de manera eficiente. También sabemos  que el inconsciente capta estímulos, informaciones  visuales, auditivas que el cerebro envía a los actos conscientes sin que nos demos cuenta. Todo lo que el inconsciente capta es la nutrición de la mente, aquello de lo cual se alimenta nuestro consciente.

 Hoy en día, el ritmo y la velocidad en la que se vive en las grandes ciudades produce conductas y respuestas automáticas que tendemos a repetir,  con la necesidad de sentirnos más seguros y protegidos.   Asimismo, la hiperconectividad y sobreinformación a las que estamos permanentemente expuestos, contribuyen a dejar nuestra inconsciencia cargada de datos y sensaciones que crean actos naturalizados, internalizados, con tanta potencia que tienden a anular la posibilidad de emponderar (empower) nuestras decisiones:  aquellas que tomamos conscientemente. Percibimos los hechos como nos vienen dados, sin cuestionar, sin dar lugar a cambios. Repetimos inconscientemente aquello que nos genera seguridad.    

Ejemplifiquemos: Desde hace un largo tiempo, para los habitantes del gran Buenos Aires que necesitan viajar a la ciudad capital, surgió una obligación más: escuchamos la radio o prendemos el televisor para saber de antemano, cómo está el tránsito en los principales accesos. Se trabajó desde los medios, tan fuertemente, para crear esta necesidad, que ya es una actividad automatizada más. La consecuencia directa de esta naturalización se ve reflejada en el discurso y en la organización de los horarios: “Antes de las 8:30 no salgo de casa” “No, imposible llegar a horario” “¿Tenes un turno más tarde? A esa hora el tránsito es un infierno.”

http://www.clarin.com/buena-vida/psico /relajarte-embotellamiento_0_1246075767.html

Sin embargo, ante la necesidad de obviar la información que nos brindan los medios de comunicación, por alguna circunstancia no programada que nos hace salir antes de casa, muchas veces sucede que el supuesto caos o embotellamiento no es tal, o no repercute tanto en nuestra marcha y – ¡oh sorpresa!- : ¡Llegamos a horario!

¿Por qué sucede esto? Recordemos que la mente está formada por dos niveles de acción: uno consciente y uno inconsciente. En el primero encontramos la voluntad, el movimiento muscular voluntario, la atención, la concentración. En el segundo, movimientos involuntarios, procesos metabólicos -como la circulación, la digestión, etc…- y los procesos mentales internos fuera del consciente. 

Además, la investigación científica explica que gran parte de la actividad cerebral se encuentra en el inconsciente y solo un 5% de nuestra vida como seres pensantes depende del consciente. La Programación Neurolingüística  o PNL nos revela  que el inconsciente es un depósito de experiencias y recursos de los que disponemos para nuestro desarrollo y  crecimiento.

http://www.pnlhoy.com/2011/11/la-mente-inconsciente-i.html

Retomando nuestras preguntas iniciales, es fundamental, a la hora de “alimentar” nuestro inconsciente, tomar ciertas precauciones: poner  nuestra atención  y concentración para lograr que esa reserva de recursos y experiencias sea  positiva y nos ayuden a actuar en función de nuestro propio juicio.  Es decir que necesitamos hacer elecciones y  diferenciaciones  conscientes de aquello que escuchamos, miramos o consumimos para evitar repetir acciones que, a largo plazo, puedan resultar nocivas para nuestra vida diaria.

Según los neurocientficos Van Gaal Y Lamme: “la diferencia fundamental entre los procesos conscientes e inconscientes tienen que ver con el alcance temporal (recursividad) y espacial (número de regiones cerebrales implicadas), así los procesos conscientes por su duración están en la base de la memoria y el aprendizaje mientras los inconscientes tienen una vida media mucho más breve, y sólo cuando pasan al plano de la consciencia adquieren trascendencia.” (http://naukas.com/2011/06/20/tu-inconsciente-cuenta-mas-de-lo-que-piensas/)

Pensemos ahora, por un momento, en el aprendizaje diario. Desde la neurosicoeducación,  Marita Castro nos cuenta que las investigaciones del cerebro han revelado que hay dos tipos: el  implícito y el explícito.  Del primero podemos decir que requiere de una atención y energía mínimo. Se aprende “sin pensar, a través de simples repeticiones”. El explícito, en cambio es todo lo  opuesto, requiere de nuestra voluntad y atención sostenida

http://asociacioneducar.com/aprendizaje-inconsciente-regiones-antiguas

No obstante, contrariamente a lo que podemos suponer, las investigaciones del funcionamiento del cerebro demostraron que el rol del inconsciente en el aprendizaje es tan importante como la zona consciente ya que actúan de manera complementaria y físicamente acoplada.

“Es sumamente valioso ser conscientes de la existencia e importancia que tiene el aprendizaje implícito en nosotros, ya que viene en nuestros genes. No necesita de la consciencia, es mucho más simple, rápido y siempre está presente debido a que se apoya en estructuras primitivas de nuestra UCCM (unidad cuerpo cerebro mente). Este tipo de aprendizaje fue el primero en existir y en él se basó nuestra supervivencia y mecanismo adaptativo”.

Desde el coaching, podemos agregar, que el inconsciente-ese lugar lleno de sueños, deseos, memorias- va a intentar irrumpir siempre en nuestro proceso consciente que nos lleva del  lugar en el que estamos al que queremos llegar. Por lo tanto, lo más sano para nuestro cerebro y nuestro objetivo será: no desviarnos del camino, poner nuestra atención hacia adelante, dejar de lado los hábitos que nos evitan avanzar. Josh Billings  nos asegura, sabiamente, que “la vida consiste no en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene.”

Entonces ¿cómo hacemos para vivir en un ambiente cerebral sano, equilibrado, bien nutrido? Así como cuando disfrutamos cuando comemos algo que nos gusta mucho, por ejemplo: un rico helado en verano; y no nos ponemos a pensar si nos hace bien o mal;  lo mismo sucede con todo el material que asimilamos sin darnos cuenta, inconscientemente. Pero pensemos juntos.  ¿Cuántos helados te comerías antes de ponerte a pensar –o de ha
cer consciente el acto- esto me va a traer consecuencias negativas?

De eso se trata. El secreto de una buena dieta cerebral, como se habló hace algún tiempo en el programa de radio, tiene que ver con dos cosas complementarias. Selección y organización. Si tenemos en cuenta que los estímulos, la información llegan rápidamente a nuestro inconsciente; hagamos un trabajo previo en la elección de las fuentes de información, preparemos un menú diario que evite repeticiones innecesarias, graduemos la cantidad –en horas- de información que queremos recibir y variemos el origen de los recursos. Si nuestro inconsciente irrumpe en nuestro camino, debemos asegurarnos, mínimamente, que sea con aportes positivos, constructivos, que no nos hagan volver a tentarnos con ese rico helado que es la zona de confort, donde estamos cómodos y seguros, pero quietos

http://www.yahoraunpoema.com/64367.html

Claudia Losavio – Redactora Web / Lic. En comunicación social
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