Los Líderes tienen una especial característica que los destaca por sobre las demás personas. Y es que los Líderes son soñadores. Tienen un sueño.
Y hay 4 tipos de soñadores:
  • Aquellos que nunca ven su sueño. Yo los llamo “los Vagabundos”. Vagan de un lugar a otro sin llegar nunca a ninguna parte. Viven como en automático, su vida transcurre sin rumbo ni lugar donde llegar.
  • Otro grupo son los que ven el sueño pero no van detrás de él. A estos lo llamo “los Seguidores”. Siguen los sueños de otros ya que por miedo o desconocimiento nunca siguen sus propios sueños. Son los que van detrás de sueños ajenos. Y corren el peligro de no llegar a sentirse realizados en su vida.
  • Están aquellos que ven el sueño y van en busca de él. Estos son “los Realizadores”. Son las personas que conocen sus recursos y escalan la montaña en busca de su realización. Tienen empuje y pasión.
  • Por último, están los que ven su sueño, van en busca de él y ayudan a otros a alcanzar el suyo. Estos son “los verdaderos Líderes”. Ayudan a mejorar la calidad de vida de los demás. Cumplen su sueño y ayudan a que los otros se realicen.

En una pequeña ciudad hubo una vez un cuento vacío. Tenía un aspecto excelente, y una decoración impresionante, pero todas sus hojas estaban en blanco. Niños y mayores lo miraban con ilusión, pero al descubrir que no guardaba historia alguna, lo abandonaban en cualquier lugar.

No muy lejos de allí, un precioso tintero seguía lleno de tinta desde que hacía ya muchos años su dueño lo dejara olvidado en una esquina. Tintero y cuento lamentaban su mala suerte, y en eso gastaban sus días.

Quiso el azar que una de las veces que el cuento fue abandonado, acabara junto al tintero. Ambos compartieron sus desgracias durante días y días, y así hubieran seguido años, de no haber caído a su lado una elegante pluma de cisne, que en un descuido se había soltado en pleno vuelo. Aquella era la primera vez que la pluma se sentía sola y abandonada, y lloró profundamente, acompañada por el cuento y el tintero, que se sumaron a sus quejas con la facilidad de quien llevaba años lamentándose día tras día.

Pero al contrario que sus compañeros, la pluma se cansó enseguida de llorar, y quiso cambiar la situación. Al dejar sus quejas y secarse las lágrimas, vio claramente cómo los tres podían hacer juntos mucho más que sufrir juntos, y convenció a sus amigos para escribir una historia. El cuento puso sus mejores hojas, la tinta no se derramó ni un poco, y la pluma puso montones de ingenio y caligrafía para conseguir una preciosa historia de tres amigos que se ayudaban para mejorar sus vidas.

Un joven maestro que pasaba por allí triste y cabizbajo, pensando cómo conseguir la atención de sus alumnos, descubrió el cuento y sus amigos. Al leerlo, quedó encantado con aquella historia, y recogiendo a los tres artistas, siguió su camino a la escuela. Allí contó la historia a sus alumnos, y todos se mostraron atentos y encantados.

Desde entonces, cada noche, pluma, tintero y cuento se unían para escribir una nueva historia para el joven profesor, y se sentían orgullosos y alegres de haber sabido cambiar su suerte gracias a su esfuerzo y colaboración.