¿Cómo funciona nuestro cerebro a la hora de aprender un idioma? ¿Es igual para los niños que los adultos? ¿Qué beneficios aporta ser bilingüe?

Hoy en día, el aprendizaje de una segunda lengua representa una oportunidad. Ampliar el espectro de comunicación implica una valiosa autonomía para aquel que tenga la intención de viajar o conocer personas de otras culturas, así como también le brinda nuevas posibilidades profesionales, laborales o académicas. Pero hay más: la neurociencia ha comprobado que los beneficios de manejar un segundo idioma superan las expectativas sociales y se acercan al propio desempeño mental del individuo.

 Adquiriendo el lenguaje

Aunque el cerebro humano todavía sigue siendo un enigma, en los últimos años se han desarrollado numerosos estudios acerca de su funcionamiento, sobre todo en relación a la adquisición del lenguaje y las particularidades del bilingüismo. El innatismo, el conductismo, el constructivismo o cognitivismo son algunas de las tantas teorías que intentan revelar el modo en que se forma el lenguaje en las personas.

Sea que los niños nacen con aptitudes lingüísticas innatas, que el aprendizaje depende de una influencia determinada, del desarrollo de la inteligencia o de la comunicación y la interacción con el entorno social, lo que resulta evidente para todos los enfoques es que la habilidad para incorporar la lengua materna se desarrolla con mayor facilidad en los primeros cinco años de vida.

En cuanto al papel del cerebro en este proceso de adquisición, es importante distinguir las particularidades de sus dos hemisferios: el izquierdo se encarga de las actividades más analíticas y automatizadas, mientras que el derecho se ocupa de procesos más globales que involucran asociaciones de distinto tipo y origen. En este sentido, el lenguaje es en gran parte automático, ya que no somos conscientes de la mayor parte de nuestra actividad lingüística y no pensamos a cada momento cómo hablar; aun así, también se presentan otras instancias que precisan de una planificación menos mecánica. De modo que existe un predominio del hemisferio izquierdo, aunque la integridad total del lenguaje depende de la interacción con el hemisferio derecho.

Adquirir el lenguaje, entonces, es un complejo proceso en el que no sólo intervienen las capacidades innatas del humano y su contexto social, sino también una serie de habilidades cerebrales que deben combinarse.

Un nuevo idioma

El hecho curioso es que, por medio de distintos estudios, se ha podido determinar que el funcionamiento del cerebro de las personas bilingües se diferencia de aquellas que solo manejan un idioma: mientras que estas utilizan más las regiones del cerebro que se dedican al lenguaje, las bilingües emplean con mayor predominancia las centradas en el control del lenguaje y en la toma de decisiones referidas a él.

No se trata de que uno sea más inteligente que otro, sino de que cada uno desarrolla un conjunto de habilidades diferentes. Por ejemplo, el cerebro bilingüe adquiere una mayor capacidad de concentración y memoria, así como también se vuelve más ágil a la hora de resolver ambigüedades y priorizar información. Sucede que utilizar dos lenguas obliga al cerebro a realizar una serie de procesos mentales extras que luego suponen una ventaja para casi cualquier actividad cognitiva.

El bilingüismo también afecta en las emociones y en la salud. El cambio de una lengua a otra modifica el modo en que se experimentan las emociones, por lo que hablar en un idioma no materno puede provocar una mejoría anímica. Por otra parte, se cree que el dominio de varias lenguas podría ser un factor de protección ante el deterioro cognitivo; diversas investigaciones revelaron que quienes hablan más de un idioma suelen presentar síntomas de demencia cuatro o cinco años después de quienes sólo dominan uno.

En definitiva, los beneficios del bilingüismo van más allá de las posibilidades comunicativas: son, además, una serie de posibilidades para el cerebro.

Abriendo las posibilidades

Pero la pregunta que se desprende es si estos beneficios sólo se desarrollan cuando el bilingüismo se produce en la niñez. Si bien la edad en la que se aprende una segunda lengua es importante a la hora de incorporar las habilidades, no necesariamente afecta a los beneficios: la mayor efectividad en tareas de atención, por ejemplo, también se produce en personas que aprendieron el idioma más tarde. Podría decirse que no depende tanto de cuándo se incorpora el lenguaje, sino de cuánto se lo utiliza y qué relevancia se le da.

Guillermo Irrgang -comunicador lingüístico, intérprete simultáneo y coach en programación neurolingüística-, afirma que no son los niños los que tienen más facilidad para aprender idiomas, sino que la capacidad del cerebro sigue creciendo a lo largo de los años. Aun así es importante remarcar que, junto con esa evolución, también crecen las propias inhibiciones de la persona; es decir, crece la concepción que uno tiene sobre sí mismo y de todas aquellas tareas para las que uno cree estar capacitado, dejando de lado otras.

Con su curso de Inglés Intuitivo, Guillermo acerca a la gente al idioma sin necesidad de conocimientos previos: “Desde chico uno empieza a cerrar puertas que después es más difícil abrirlas. Nosotros nos dedicamos a abrir esas puertas nuevamente, para desbloquear las habilidades y recursos existentes y ponerlos en funcionamiento”. Su curso se centra en la comprensión de un mensaje y no tanto en las palabras en sí mismas; es decir, en la facultad para entender lo que nos están queriendo decir cuando alguien nos habla en otro idioma. Para Guillermo, abrirse a entender el mensaje es hacer el switch, algo así como cambiar la radio y empezar a pensar en el idioma que escuchamos.

En definitiva, el cerebro bilingüe aporta beneficios para todo aquel que se disponga a recibirlos. Sea para el área profesional, social o incluso para la propia salud, se trata de un ejercicio que debe ponerse en práctica sin importar la edad que se tenga. Un cerebro entrenado con idiomas es un cerebro activo: lo que resta es el propio trabajo por ampliar su funcionamiento y sacar todo el provecho que nos ofrece.

Fernando Segal – Redactor Web Profesional

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