El tiempo de ocio, en muchas familias, hoy en día transcurre entre films, series, redes sociales, deportes, lectura y también juegos de mesa. Entre los juegos de mesa más conocidos o populares entre los jóvenes se puede mencionar el Monopoly, TEG y Scrabble, entre otros. Es así como este último juego cuyo objetivo es formar palabras con una serie de fichas entre 10 a 15 el cual convoca en Argentina a unos 10000 jugadores amateur y unos 150 profesionales. Nada mal, ¿no? Todo jugador de Scrabble tiene en su cabeza la capacidad de reordenar una palabra descubriendo nuevas. Resulta ser un “anagramador” que lee determinado vocablo y reorganiza las letras para formar una nueva palabra. Es decir, el jugador promedio de Scrabble cuenta con la palabra, como por ejemplo, “autopista” resultando otras nuevas palabras como “topa”, “piso” o “tapa”.  En este sentido, este juego de mesa alienta que los participantes con diversidad de edad, preferencias en su tiempo de ocio u ocupaciones laborales incentiven la inclusión de más jóvenes brindando charlas sobre los beneficios de este juego el cual mejora la atención, los distintos tipos de memoria, la concentración, la percepción y la psicomotricidad.

Por este motivo, es fundamental conocer otras alternativas que favorezcan el desarrollo cognitivo y mental de las personas alentando el juego entre las familias, los grupos de amigos o también en los procesos de enseñanza y aprendizaje de las escuelas. En esta línea, la campeona mundial de Scrabble quien jugo 15 mundiales y ganó en 2004 en Panamá, Claudia Amaral, impulsa el Proyecto Cráneos cuyo aporte es el dictado de talleres de Scrabble actualmente en una institución educativa en la zona norte de la provincia de Buenos Aires.

Este proyecto nace de un anagrama ‘Cráneos” que permite otras 25 palabras, cuyo aporte es activar la mente de sus participantes ampliando el saber y como emprendimiento se lleva a cabo diferentes charlas y seminarios en instituciones educativas, recreativas, deportivas, preventivas de salud y empresariales. Su directora confiesa la importancia de conocer juegos de mesa que no sólo funcionen como diversión sino eduquen a las personas en el empleo del área neuronal-cognitiva ya que se emplea la memoria y la concentración. En propias palabras, Amaral dice en la entrevista de la periodista Silvina Guevara: “Jugar Srabble es ajustar el conocimiento y la cultura a ciertas reglas. Un diccionario dirime las dudas sobre la validez de las palabras, por lo que implican una conexión con el saber y lo que los ojos ven, que son letras en un atril y palabras en un tablero”.[1]

Muchos especialistas en la salud acuerdan en fomentar el juego entre los niños y en los adultos mayores. En este caso, el Scrabble cuya lógica de juego es formar palabras a partir de letras aleatorias ayuda a incrementar el vocabulario y si los niños lo juegan con sus padres fomenta habilidades sociales y de pensamiento pues es un juego de grupo.

Sabiendo que los juegos de mesa incrementan y mejoran habilidades motoras o destrezas de discriminación visual o conocimientos sobre ciencias no quepa duda que es satisfactorio que los padres se reúnan con sus hijos o con los amigos de ellos después del horario de la tarea o un fin de semana lluvioso o frío incentivando juegos (hay una diversidad enorme) de modo de compartir otras experiencias cuya interacción social y el intercambio de los roles es fructífero y permite que el niño conozca y adquiera otras experiencias de desarrollo y conocimiento para su mejor desenvolvimiento.

El juego de mesa enriquece al niño, al adulto y también al adulto mayor. Lo entretiene, colabora en activar la memoria porque el participante debe poner en juego su vocabulario aprehendido y ‘deconstruir’ una nueva palabra. Así como encontramos experiencias tristes o difíciles en la vida de los seres humanos también descubrimos la experiencia y el contacto con el juego, tal como le sucedió en su niñez al arquitecto Rocco Laguzzi quien relata al periodista del diario Clarín[2]: “Fue el verano de 1965 en Villa Gesell; Laguzzi tenía 7 años y una amiga de su madre llevó un nuevo juego a la playa. No recuerda hoy qué día fue, pero sabe que todo ese verano, y todos los que siguieron, se los pasó frente al tablero. (…) cada domingo este arquitecto se sienta a leer el diario y lo corrige. Ve una palabra mal escrita, la marca fuerte con una lapicera y escribe la correcta sobre ésa. Después, lo increpa su  mujer: Laguzzi nunca deja el diario intacto”. Por estos motivos y también porque el juego evoca a un espacio de diversión y de entretenimiento que se relaciona con el placer y el disfrute, ayudemos a que nuestros niños y nuestros ‘olvidados’ abuelos y abuelas se vinculen con el Scrabble u otros juegos como el clásico ajedrez o las damas en los parques, en las sociedades de fomento o en nuestros cálidos hogares.

Juliana Calbeyra

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[1] Nota en la revista “Muy interesante”, de Silvina García Guevara.

[2] Nota en el diario Clarín, Sección Sociedad, “Mundo Scrabble. La manía de los buscadores de palabras”, Página 28, Jueves 30 de Junio de 2016.