Tanto el deseo como el placer forman parte de nuestro circuito de recompensa cerebral y son fundamentales para nuestra evolución y supervivencia.

Para desarrollarlos nuestro cerebro nos fue dando sensaciones fisicoquímicas agradables en forma de recompensa. Esto favorece nuestras relaciones además.

El neurotransmisor que genera este placer es la dopamina, a mayores niveles de dopamina, mayor motivación para lograr los objetivos que nos planteamos tenemos.

La capacidad de sentirlo se encuentra relacionada con los llamados centros hedónicos, como el núcleo accumbens y pálido ventral. Estos centros se encuentran conectados a otras áreas del cerebro que conforman el circuito del placer.

Uno de los neurotransmisores que liberan estos centros es la encefalina, que coopera con otros neurotransmisores. Esto crea un ciclo de retroalimentación positiva que intensifica el placer percibido.

Existen áreas cerebrales superiores que preparadas para la representación consciente del placer. Percibe el bienestar recibido y lo asocia con la gratificación, y también las regula atenuando estas sensaciones cuando considera que tiene suficiente.

Por ejemplo una barra de chocolate es menos apetecible cuando nos acabamos de bajar una fuente de brownie que en ayunas.

¿Cómo podes estimularlos?

Es simple es probar y experimentar el mundo como los niños que llevamos dentro que nos estimula y en que medida.

Por ejemplo es el chocolate, hasta donde en que medida. En cuanto al placer compartido en pareja, veamos cuales son las cosas que nos lo generan en conjunto. ¿Qué placeres compartimos?

Felicidad en pareja

Los circuitos que relacionan la búsqueda del placer con la recompensa se encuentran relacionados entre sí. Deseamos lo que nos hace sentir bien, que serán acciones pro-supervivencia para nuestro cerebro. Este placer nos genera sensación de felicidad.

Las personas felices se comunican más y pasan mayor tiempo con otras personas en bienestar de convivencia.

Un estudio realizado en la UCLA dio a conocer que éstas áreas se ven estimuladas desde lo placentero cuando podemos contener de alguna forma afectiva a nuestras parejas.

Todos estos estudios presentan lo importante que es sentirnos felices en nuestra vida en pareja. Para Aristóteles este tipo de felicidad depende de dos componentes: la hedonia, como la capacidad de sentir placer a corto plazo, para asegurar nuestra supervivencia, como comer o jugar y la eudaimonia, que significa poder encontrarle el sentido a la vida. cuando tenemos este último encontramos un placer a largo plazo y mayor porque hablamos de la trascendencia a nuestra vida y a lo hacemos.