Como muchos saben, una de mis pasiones es el ilusionismo. Soy aficionado a este arte desde los 8 años y aún soy un amante de él. Desde niño jugué entre cartas, monedas y cuerdas. Compraba libros y me pasaba horas frente al espejo manipulando una moneda o una bola de goma espuma.

Con solo 8 años, me comencé a hacer algunas preguntas. Qué es eso que atrae de los magos? Qué hace que la gente se quede con la boca abierta cuando aparece un conejo de una galera? Crecí y conmigo crecieron también las preguntas: Cómo mantener y dirigir la atención de mi público? O algo más reciente: Qué pasa en el cerebro de un espectador frente a un truco de magia?

Me fui dando cuenta de que en la magia había ciertos principios que servían para realizar las más asombrosas ilusiones.  Me di cuenta también de que esos principios pueden aplicarse no solo a las empresas sino a la vida cotidiana. Hoy quiero traerte algunos principios que seguramente podrás comenzar a aplicarlos hoy para fortalecer tu liderazgo.

El primero es que para ser un excelente mago debés practicar, practicar y practicar. La práctica nos lleva a transformar las cosas ordinarias en extraordinarias. Recuerdo que en mi ansiedad por presentar los primeros juegos que me enseñaban en la escuela de magia, los ensayaba solos dos veces y ya corría a hacérselos a mis amigos. Era evidente que al no tener tanta práctica, la moneda se me caía, el pañuelo se me veía entre los dedos, o simplemente las cosas no llegaban a desaparecer. Con cierto aire de decepción volvía a mi casa. No podía ser que los trucos me fallaran!, me decía. Así que una tarde robé un gran espejo de mi casa y lo llevé a mi cuarto. Allí pasé de practicar 5 minutos por día a tres horas diarias. Dicen que para ser un experto uno debe practicar unas 10.000 horas. Así que para ser extraordinario en algo tenés que practicar, practicar y practicar.

Otro principio de la magia es que uno debe creer en la magia. En mis comienzos realizaba los juegos estando muy atento al momento de “la trampa” y cuando ocurría el momento mágico no lograba transmitir nada a la persona a la que le realizaba el truco. Como resultado la gente no se terminaba de asombrar. Era simplemente una prueba de habilidad. Los trucos buenos no bastan para convertirlo a uno en mago. El punto está en vivirlos, asombrarse con la magia que ocurre entre nuestros dedos. Si perdés esa capacidad de asombro en las cosas que podés hacer, en tus posibilidades, en maravillarte por tus resultados, la vida se convertirá solo en una colección de acciones. Asombrarse es también encontrar la magia que ocurre a tu alrededor.

En otras columnas futuras te voy a traer más principios de la magia para que sigas maximizando tu liderazgo.