En una charla con los expertos en Programación Neurolingüística (PNL), Trainer Marcelo Diaz y Dra. Mónica Londoño,  reflexionamos sobre el duelo como parte de la vida y aprendizaje esencial para nuestro crecimiento y energía vital.

Cuando nos toca desprendernos por algún motivo de algo que queremos o cuando alguien querido se va, nos enfrentamos al sufrimiento que provoca aceptar la realidad que acontece. De esto se trata el duelo, de la reacción emocional  en respuesta a la muerte o pérdida de algo significativo. Dependerá de cada uno el tipo de reacción que tengamos.

Sin embargo, frente a tal suceso se presenta la oportunidad de entender y reinventar nuestra vida, despertando la negación del dolor y los sentimientos de culpa, que pueden conducirnos a la depresión o algún otro desequilibrio interno. Este desequilibrio depende de la postura mental que tengamos o queramos  tener. Siempre podemos elegir.

Aunque el dolor de la pérdida puede ser tan fuerte, que para evitar sentirlo, recurrimos a la negación que bloquea nuestra capacidad de percibir la realidad, haciendo que frente a lo imposible de cambiar y la persistencia de la sensación de vacío, (que necesita ser reconocido para poder ser trasmutado) terminemos creando una cantidad de pensamiento que prefiere ampararse en la negación.

Lidiar con emociones negativas puede resultar algo emotivo, por eso Marcelo Díaz recomienda algunas técnicas de PNL, según las etapas del duelo, que nos ayuda a concretar  la visualización interna de lo que queremos alcanzar.

Marcelo explica que para el inconsciente, pensar es igual que hacer; por lo tanto podemos aplicar la Técnica de Edición para liberarnos del peso del pasado. Se trata de recortar el momento en que no hicimos eso que queríamos (que recae en lamentos como:  «si hubiera hecho», “si ellos hubieran dicho..”)  y editar esa parte como una película, poniéndole el final que queramos.
De esta manera el recuerdo queda concretado en un acto. Si bien lo que pasó es inmodificable, para el inconsciente es como si hubiera sucedido.

Este ejercicio apunta a centrar la atención en el presente y dejar el pasado, permitiéndome fluir en la etapa. «Quitar la carga emocional del «si hubiera hecho”  y sustituyendo la imagen, aligeramos el peso logrando que nuestra fisiología y las emociones mejoren.” Agregó Mónica

El tratar de llenar el vació físico o presencial de lo perdido, lo único que logra es drenar nuestra energía vital. Persistir en la idea de que aferrándonos al pasado  nos mantenemos cerca de lo que ya no está, impide darnos cuenta de que, todo lo que haya ocupado un lugar en nuestra vida, más allá de la lo que ocurra con eso en la actualidad , siempre va a estar vivo para nuestra mente. Se trata del pasaje de la emoción al recuerdo: nuestro inconsciente no reconoce los tiempos pasado y futuro,  con lo cual al lograr  revivir con intensidad los recuerdos, el cerebro lo vive en el presente nuevamente.

Nuestros recuerdos están ordenados en una sucesión (Gestlat) que desencadena una respuesta o reacción emocional. O sea que podemos elegir en que recuerdos centrarnos para evocar las emociones que queramos. Si logramos entender que revivir recuerdos  se trata de vivir de nuevo ese momento, podemos atrevernos soltar el sufrimiento con más facilidad.

Los recuerdos son nuestros, son nuestras vivencias. Si podemos viajar con el recuerdo a esos momentos gratificantes del pasado, entonces estamos valorando y reviviendo lo que tuvimos. Pero no sufrir al recordar implica entender que, a pesar de poder volver a sentir el recuerdo en el presente, nuestro aquí y ahora tiene otras vivencias para nosotros. Y para poder vivirlas, tenemos que dejar el pasado en donde pertenece y vivir el presente sin el peso de la historia, sino con las enseñanzas y alegrías de los momentos que nos fueron regalaros para que conservemos en nuestra memoria.

No obstante, después de atravesar el dolor, renacemos. Depende de nuestra voluntad de querer superarlo, es decir, de lograr recordar con alegría y no con sufrimiento.

«Podemos poner el foco de atención emocional en el cuerpo o en el recuerdo. Es sano lograr el pase de las emociones al recuerdo, porque esto nos permite  ver fotos, cartas, etc. sin dolor. Pero si la atención  se centra en lo que ya no tengo,  entonces el foco se vuelve al cuerpo enfermándolo de apoco.” Manifestó Mónica Londoño

Es posible liberarnos del dominio que tienen algunos recuerdos  en nuestro presente y aligerar su estructura, para que el pasado no ensombrezca nuestro futuro, pero también es cierto que necesitamos vivir el duelo. Es un proceso de crecimiento y comprensión, que no tiene que ser reprimido porque el dolor necesita ser liberado a través de un grito, de un estallo de ira, o de la manera que necesitemos expresarlo.

La ira, el enojo, así como cualquier otro sentimiento, es necesario  expresarlo sanamente, sin provocarnos daños, para evitar que las emociones negativas queden en el cuerpo y lo enfermen.

“El enojo produce estrés, que provoca Cortisol, que en altos niveles altera procesos que repercuten en la salud, sobre todo en el corazón, aumentando el riesgo de vida. – Explicó Londoño. «Reprimir el sentimiento , el enojo, la bronca, provoca que lo terminemos manifestando en el cuerpo, como dolores articulares, dolores de cabeza repentino, el chocarse contra las cosas continuamente, explotar de enojo en el momento equivocado con la persona inadecuada, etc. Son los momentos en el que el inconsciente se está manifestando, a través del dolor que es el aviso de la necesidad de liberación para sanar.” Concluyó la experta.

A menudo, en el proceso caemos en el círculo de la culpa. Cuando ésta surge, empiezan las afecciones propias, responsabilizando a los demás y a nosotros mismos por lo sucedido obstruyendo el proceso de disolución del dolor. Perdonar y dis-culpar (disolver la culpa), es la actitud sanadora que debemos incorporar. «El sentimiento de culpa, puede generar ira y esto a su vez nos hace persistir en la negación quedándonos estancados en el proceso.» Indica Londoño

La tristeza también es parte del proceso, pero a veces  puede ser muy aguda, conduciéndonos lentamente hacia la depresión. El ejercicio que propone Marcelo Díaz  en este caso es: darnos permiso de estar tristes, incluso llorar si en necesario. Lo importante es transitarlo sin evitarlo ni cortarlo.

En estos casos es aconsejable que al menos quince segundos al día, levantemos los brazos y la mirada hacia arriba. Si el cuerpo está en expresión abierta  al cielo, no puede caer en depresión.

«Hacer consciente el dolor, registrar la postura corporal y mental de ese momento, y  volver la mirada hacia arriba mientras respiramos, nos ayuda a integrar la aceptación de lo que está sucediendo. De esta manera,  permito  que mis emociones fluyan y hasta se vuelvan sanadoras» Añadió Mónica.

La aceptación (Comprensión e Integración emocional) es la etapa clave para mejorar.

Marcelo plantea “poner todos los aprendizajes en una lista escrita y por cada ítem que tenga la lista dar gracias e integrarlas a nuestra persona con un gesto; cuando ya tengo todos aprendizajes integrados a mi persona quemar el papel y tirar las cenizas restantes en tierra. La idea es que si todos esos aspectos  ahora forman parte nosotros, entonces no necesitamos la lista.”

Este rito es un acto que funciona como un mensaje directo al cerebro que nos ayuda a programar nuestra mente para lograr volver realidad lo que plasmamos en el papel. La lista es a modo de rito velatorio que hacemos con la personas, pero en este caso lo implementamos  para las cosas.  Nos valemos del ritual para el desprendimiento del dolor en nuestro sistema.

Reinvertir en la vida, retomar el camino es parte natural del duelo, ya que es el tránsito de lo que pasó a lo que sigue por delante. Es fundamental plantear objetivos, metas y sueños para acomodar nuestra mirada hacia el futuro.

Las etapas del duelo, nos ayuda a identificar en qué momento del proceso nos quedamos, para poder retomarlo hacia la sanción emocional. Permanecer en el duelo sin procesarlo, puede generarnos graves patologías .

Mónica asevera que  «el duelo es móvil y flexible; por eso es importante permitirse cambiar, porque el duelo ya es un cambio.”

Lograr el efecto butterfly implica que a partir de un problema, dos mundos se separan para evolucionar de formas diferentes.