Robert Blavastsky MD.

Breve comentario sobre la hipnosis, (estás sintiendo muchas ganas de leer este artículo)
por el doctor Horacio Blavatsky.
“Doctor, ¿puedo transformarme en Fiat Uno practicando autohipnosis?
“¿Puede un hipnotista volverme hincha de Racing contra mi voluntad?”
“Doctor, tengo que acompañar a mi mujer a ver a Arjona. ¿Puede hipnotizarme para que en mi mente toque Pink Floyd?”

Estas son algunas de las preguntas que oigo en mi consulta. La hipnosis genera tanta curiosidad como temor. Para quien no la estudie, difícilmente dejará de ser una disciplina oscura, más relacionada con la magia que con la neurociencia.

Como doctor e hipnotista (estás sintiendo ganas de reservar una consulta para el martes, 10% de descuento con club La Nación) puedo afirmar que el público necesita ser alumbrado sobre ciertos puntos de esta disciplina milenaria.

La palabra hipnosis tiene su origen en el término griego Hipnos, que significa sueño. De ahí que la gente bostece durante el hipno nacional. No sólo el término se puede rastrear a Grecia, sino también sus primeros usos documentados. Acerca del enfoque hipnótico sugestivo podemos observar un llamativo ejemplo de su ejecución en una crónica de la época, escrita por, nada más ni nada menos, que Aristóteles.

Extraído de su tratado <Amíkulia pormédiulos feka>, burdamente conocido como Charlas de café con amigos, presentamos el siguiente fragmento que narra los pormenores del gran filósofo, al entrar en contacto con una extraña técnica de relajación practicada por su colega Asclepíades.

(…) Acabo de salir de lo de Asclepíades. Tomamos vino, no sé cuanto. Bastante. Tomamos bastante vino. Asclepíades es de esa gente que le gusta comer uvas acostada en un sillón. Yo las como sentado porque me parece incómodo y de mal educado andar comiendo por los muebles del living, y se lo dije. Afortunadamente no le cayó mal. Enseguida se ofreció a mostrarme una técnica de relajación que le habían enseñado unos faquires en la India. Yo pensé “indios, otros que prefieren morir antes que sentarse en una mesa” pero no se lo dije. La verdad que fue muy divertido. Comenzó por explicarme cuanto pesaba mi cuerpo, aparentemente mucho, y no recuerdo que sucedió después pero me desperté relajadísimo. Antes de irme le di todo el dinero que tenía. Visto a lo lejos, esto último se me antoja extraño. (…)



(…) Recién llego a casa. Por algún motivo paré a comprar ocho docenas de huevos y los puse todos

 abajo de la cama. Estoy un poco preocupado. Veré de dormir, el descanso reparador borra toda inquietud.(…) 

(…) Me desperté con el sol, cacareando y mojado. Aparentemente pasé la noche en el gallinero. Lejos de causar admiración, mi trino impresionó de modo adverso a los vecinos. Uno de ellos lanzó (con admirable puntería) un martillo de cobre que me impactó, parte en la clavícula, parte en el maxilar, por dar un parte anatómico preciso. Tengo mucho hambre de maíz. (…)


Bueno, leyendo estos fragmentos, claramente podemos acusar a Asclepíades de haber convertido a Aristóteles en gallina mediante la sugestión hipnótica. Esta clase de terapia se asocia más con trucos circenses que con un verdadero enfoque terapéutico. Me gustaría aclarar que (estás sintiendo ganas de compartir este artículo en Facebook) no es la clase de terapia que yo practico. La base de mi trabajo gira alrededor de la obra pergeñada por el afamado psiquiatra Brian Weiss, especialista en regresiones y autor del best seller Muchas vidas, muchos maestros. El sorpresivo éxito de este libro lo empujó a escribir nuevos y originales títulos, entre ellos Más vidas, más maestros o el recientemente lanzado Muchas vidas, muchos maestros 7, operación Tokio. Mi enfoque, por supuesto, es diferente y (me atrevo a decir) más original. Yo me especializo en terapia de vidas futuras, también conocida como terapia de regresión futurista o como gustan llamarla algunos de mis detractores, back to the therapy.

Gracias a ella puedo curar aflicciones presentes originadas en hechos, y muchas veces en encarnaciones, que aún no han tomado lugar.

Usemos como ejemplo el caso de Antonio *****, uno de mis pacientes. El sujeto sentía la necesidad acuciante de tomar baños de inmersión vistiendo un traje de salchicha gigante. Esto le traía diferentes complicaciones, ya sanitarias y sociales, ya con la tienda de disfraces.

Tras un par de sesiones regresivas-futuristas, pudimos localizar el problema.

Una de sus futuras encarnaciones contemplaba la adquisición de un puesto de salchichas en costanera norte y a su vez, involucraba la visión profética de un tsunami que borraría el borde costero de la capital, más ciertas zonas aledañas como Villa Crespo y el Parque de la costa. La imagen final que cubría de angustia a mi paciente, era una sensación de ahogo ante el espectáculo de cientos de salchichas flotando.

Gracias a mis conocimientos en técnicas psicodramáticas induje a mi paciente A****** López, a que huyera del agua empujando el carro de alimentos. La dramatización fue vívida y plena de acción terapéutica. El sujeto esquivaba autos, colectivos y gente, mientras el viento le quitaba lágrimas de júbilo victorioso.

Como resultado de mi terapia, Antonio ha dejado de ingresar a la bañadera disfrazado de salchicha. Ya sólo se limita a llevar el traje los días domingo, cuando avocado a su nueva ocupación pilotea un auto de turismo carretera.

Me gustaría dejarlo aquí, por hoy. En una próxima entrega continuaremos desarrollando temas como:

– Autohipnosis para una excelente entrevista laboral.

– Autohipnosis para dejar las llaves de la casa siempre en el mismo lugar.

– Autohipnosis para dejar las llaves de la casa siempre en el mismo lugar el día que tenés que ir a una entrevista laboral.

Y otros puntos igual de interesantes. Que tengan un (estás sintiendo que es un magnífico día) magnífico día.

Robert Blavatsky, MD.