Hay una manera de labrar el camino y conseguir nuestros sueños y aunque el recorrido sea único y personal, hay algo en común entre las personas que triunfaron, y estas son las claves que vamos a desmenuzar para poder entenderlas y hacerlas propias.

Seguramente muchos de nosotros ya tenemos un trabajo, realizamos una carrera laboral o académica, o quizá algunos se encuentren en el momento de elegir el camino a tomar, lo cierto es que más allá la situación en la que nos encontremos, muchos estudiaron carreras que no eran del todo correspondientes con lo que percibían que eran o están mismo en estos momentos realizando tareas que no les satisfacen, sienten que están en el puesto equivocado, que tienen otras cualidades por explotar, o simplemente tienen un sueño pero no se animan a tomar el rumbo; pero en verdad no importa donde estemos ahora, el punto es que siempre es el momento para elegir lo que queremos ser.

A veces atravesamos por momentos en donde afloran deseos internos de hacer algo que nunca pudimos, o queremos dar un salto pero no sabemos bien hacia donde, o no sabemos qué es eso que queremos.
La clave es poder reunirnos con nuestro lado más sincero, más primitivo donde no llegan los condicionamientos circunstanciales, sino allí en la intimidad de lo que queremos, de nuestros deseos más puros, sin influencia de nada, parecido al estado en el que estamos cunado nacemos; aprendemos del entorno que nos influencia, pero antes está la esencia que nos define. Es allí donde tendremos que bucear si queremos encontrar lo que queremos.
Un tip de mucha ayuda para orientarnos es: pensar qué era lo que más nos motivaba en nuestra infancia, cuáles eran los juegos que más nos gustaban, qué nos divertía inmensamente hasta hacernos sentir esa alegría propia de quien se siente pleno.

De adultos no perdemos esta capacidad de sentirnos satisfechos con lo que hacemos, por el contrario, de niños explorábamos y conocíamos nuestras cualidades y destrezas, y de adultos tenemos la capacidad de obtener las herramientas que necesitamos para transformar nuestro quehacer diario en lo que más amamos, de esta manera el trabajo deja de ser trabajo y comienza a ser salud, placer y bienestar.

Podemos estar seguros de lo que elegimos cuando podemos respondernos preguntas como: ¿Harías ese trabajo gratis? ¿Elegirías hacerlo pase lo que pase en tu entorno?

Cuando localizamos lo que queremos hacer, pueden aparecer muchas dudas con respecto a cómo lo aplicaremos, cuál es la forma de insertar nuestro trabajo en el mundo y aquí comenzamos a buscar el cómo. Sin embargo podemos encontrarnos con algo que nosotros podemos hacer pero no existe, y eso puede ser maravilloso, porque se trataría de construir el cómo, fabricar nosotros mismos el formato para lograr insertarlo en el mundo que nos rodea.

No obstante estos trabajos innovadores, o caminos alternativos, profesiones que no tiene estipulado un sistema de contención de sueldo, aportes, jubilación, etc.
A veces lo que elegimos no encaja con lo que ya estaba estipulado, o con lo que se espera de nosotros. Puede ser difícil alcanzar nuestros sueños con las inseguridades que esto puede predisponer, como para sumar las inseguridades, juicios y temores de los demás. La familia puede jugar un peso muy importante, o la opinión de amigos cercanos, con respecto a lo que elegimos. Generalmente sucede con el campo de las artes, pero sobre todo cuando lo que queremos desarrollar es totalmente nuevo y no hay caminos pre andados, donde todo depende del éxito que logremos.
Sin embargo no nos desmoralicemos y ni permitamos que la influencia de los demás termine por hacernos creer que pretendamos una locura o que nos estemos arriesgando demasiado por algo que no sabemos cómo puede terminar.

Aquí la clave es tomar las riendas de nuestra vida y literalmente, seguir soñando. Esto es, hacer oídos sordos a los juicios desalentadores y visualizar ese trabajo que queremos como si ya fuera nuestro. Visualizar es todo un trabajo en sí mismo, requiere de tiempo, atención y repetitividad, es decir cuando visualizamos tenemos que estar en paz, sin que nada pueda molestarnos y refugiarnos otra vez en la intimidad de nosotros mismos disponiéndonos a imaginar cada detalle, cada sentimiento que brota por estar haciendo lo queremos hacer.

Sería acceder al inconsciente, al ello, de forma natural y con su debida constancia, esto se vuelve un entrenamiento que nos facilita el acceso a toda la información que se encuentra allí.
Imaginar activa nuestros mecanismos y como un efecto dominó se empieza a labrar el camino hacia el objetivo. Lo que empezó como un insipiente pensamientos, ahora es algo que pensamos a diario, que nos motiva imaginarlo, despierta nuestra curiosidad, nos impulsa a que hablemos del tema, de repente conocemos gente del ámbito, se empiezan a relacionar los temas y cuando nos queremos acordar ya estamos tomando medidas para ejecutar los primeros pasos.

El siguiente pilar imprescindible para lograr sostener el camino es: persistir. Aunque el sueño se vuelva pesadilla, es válido pensar que los momentos difíciles atraviesan todos los caminos.

Se trata de mantener la visión y ser inquebrantables. La satisfacción de haberlo logrado, vale el esfuerzo de atravesar las dificultades.
En este punto es importante no tenerle miedo al fracaso, ya que es parte del éxito, uno convive con el otro, son inseparables, porque desde el fracaso aprendemos, mejoramos, evolucionamos a prueba y error.
Pero para que podamos tomar el error como aprendizajes lógicos por los que pasamos, necesitamos un buen autoestima, porque sin ella dudamos de nosotros mismos y si esto ocurre, estamos autoboicoteándonos. Ya existe el entorno con sus dudas y exigencias que nos ponen a prueba, nosotros como jefes propios no podemos dejar germinar la semilla de la duda y la inseguridad porque eso es un fiel reflejo de que no nos sentimos merecedores de lo queremos o lo logramos. Si no nos sentimos merecedores los sueños no se concretan o no prosperan. Para tenerlo, formarlo, construirlo tenemos que estar convencidos de que merecemos cada ladrillo de nuestra construcción.

Las plantaciones de bamboo son el ejemplo perfecto para entender la perseverancia: cuando la semilla de bamboo es plantada, permanece inadvertida durante siete años. Es decir, durante ese lapso de tiempo, no se ve ningún brote, hasta que finalmente en seis semanas se desarrolla completamente. Durante esos siete años la planta estuvo trabajando en su formación, bajo la tierra en una aparente inactividad. Esto nos señala que si tenemos paciencia, aprendemos a confiar en nosotros mismos mientras los resultados no aparecen a la vista, veremos finalmente nuestro esfuerzo traducido en la gran manifestación final de nuestro proceso.

Un buen comienzo hacia la profesionalización de nuestro sueño, es mediante la fijación de las primeras metas, poner un plazo o una fecha de inicio para la formación de nuestra empresa. Empezando primero con la ya citada paciencia para la evolución, crecimiento y transformación, porque todo esto requiere cambios. El cambio requiere, flexibilidad, elecciones o la modificación de ciertos aspectos que nos incomodan, allí puede ser donde empezamos a juntar los suficientes pretextos y justificaciones de por qué es mejor quedarnos así.

Todo el crecimiento interno que podamos alcanzar nos dará el resultado correspondiente, porque el éxito depende más de nosotros que de las condiciones externas. Por eso la paciencia es el gran valor, porque nos capacita de perseverancia, la cual no nos permitirá abandonar, ni desahuciarnos, y nos dará claridad para saber identificar cuál es el momento indicado, el lugar correcto y la sabiduría de encarar las oportunidades que nos rodean. La persistencia y la paciencia nos dan las bases para un éxito sin precedentes.

La formación de habilidades y conocimientos nos da seguridad, confirma nuestra autoestima y aumenta nuestra creatividad por haber multiplicado la gama de herramientas. Esto resultará en pensamientos más acertados y en consonancia con nuestro ser. Esto es posible con un autoestima elevada que nos permita confiar en nuestra capacidad de aprender. Significa no solo estar Interesado, sino también humildes, receptivos, sin temor a no saber, ni miedo a cambiar nuestros puntos de vista.

Saber disfrutar del camino, es decir de vernos crecer, es amar nuestros cambios, valorar nuestros logros, reírnos de nuestros errores, compadecer nuestros sufrimientos, contener los momentos difíciles, alentar nuestro entusiasmo, que es tanto más importante que el sentimiento de satisfacción de haberlo logrado, porque si bien este era el fin, dedicamos todo nuestro tiempo en fabricarlo, y es por eso que el proceso se lleva todo el mérito.

Vemos como entonces, iniciando el camino desde el sueño, podemos volcarnos a una visualización constante y profundamente verosímil que nos guiará hacia la programación y primeras metas que configurarán la profesionalización de habilidades, que luego se materializarán en nuestra empresa. Esto será el lugar en el espacio real ganado que ha logrado la materialización de nuestro sueño.
Quizá después de habernos hecho nuestro lugar en el mundo, queramos seguir trasmutando lo logrado hacia la enseñanza de nuestra maestría.