Para conseguir el trabajo que uno quiere, es fundamental definir y tener en claro qué es aquello que a uno lo apasiona y lo llena de regocijo, asegurándose de que no sea lo impuesto culturalmente o por el entorno. Aquí, las claves que proponen el coaching y la programación neurolingüística para comenzar a delinear una vida laboral satisfactoria.
Visualizar el objetivo

Es importante visualizar el trabajo que uno quisiera tener. A veces unos pocos minutos bastan para saber qué es aquello que nos pudiera llenar de regodeo, detectando la actividad que hasta se podría realizar eventual o circunstancialmente sin réditos económicos.
Definir el trabajo que uno quiere para algunas personas es muy sencillo, ya que los apasiona desde chicos y es algo que se torna casi innato, fluido, natural, con cierta habilidad o predisposición para realizarlo. Pero en otros casos, esto puede resultar una tarea ardua y compleja, debido a que no siempre se tiene en claro qué es lo que nos brinda mayor satisfacción personal.
Cada caso es diferente y está sujeto a las experiencias personales que se tengan en la vida. No todos encuentran con la misma facilidad lo que les agrada, pero siempre hay algo que apasiona, que llena el espíritu, que alegra realizar. Sólo es cuestión de buscarlo con detenimiento.
Hacer un ejercicio mental de evaluar cuál es la actividad que anhelamos cumplir profesionalmente es el primer paso para darle forma al sueño.
Mucha gente suele estar agotada, cansada, fastidiosa por su situación en el trabajo.
La rutina y la insatisfacción de estacionarse en un laberinto cómodo, tranquilo, opaco, donde hay cierta “seguridad” económica pero escasea la pasión que ofrece aquello que uno hace con genuino entusiasmo, es algo para analizar con minuciosidad.
A veces es preferible asumir los costos que puede ocasionar el hecho de salir de la “zona de confort” porque ello implica apostar a un camino, confiar en cumplir los sueños, visualizar el objetivo con optimismo y valentía.

El condicionamiento social

No es fácil apostar a un sueño. Alcanzar un determinado éxito en la vida (de cualquier índole) requiere esfuerzo, dedicación y entusiasmo. Pero si se quiere, se puede.
Es cuestión de estar dispuestos a animarse, de confiar en las propias capacidades, de creer en la meta. Si bien no es una tarea simple y suele generar algunas complicaciones, vale la pena probarlo.
Los condicionamientos culturales y sociales suelen ser obstáculos permanentes en la realización personal y profesional de cada individuo.
Inmersos en una cultura que selecciona aquello que “debe” hacerse y lo que “no”, con determinados parámetros que legitiman algunos trabajos como válidos y otros como improductivos, absurdos o hasta utópicos, nos volvemos timoratos y cautelosos. Desde la escuela, nos han enseñado a cumplir con normas, costumbres y pautas culturales y a reprimir lo que verdaderamente uno desea. Históricamente, se avala una actitud basada en la obediencia hacia una estructura, con una idea que debe seguirse, un modelo de vida que cumplir. Así, uno suele mirar los sueños de reojo.
El placer, el regocijo, la satisfacción personal son evaluados de un modo despectivo por ciertas culturas, que suele vincular al trabajo con algo displacentero, de esfuerzo puro, de desdicha necesaria.
Por eso, podemos evitar que nos condicione el entorno y dejar de escuchar las inestables frases del “que dirán”. Podemos definir cuál es el trabajo que uno quiere. Pero estar seguros de que eso que uno desea no es producto de lo que determinan otras voces, otras miradas, otros autoritarios emisores de lo que “debe” hacerse.
Una vez que se encuentre el trabajo, reflexionar sobre cuánto tiempo y energía se está dispuesto a invertir en la actividad. Cuanto mayor sea la dedicación, el aprendizaje y la preparación que se adquiera, mejores serán los resultados.

Enfocarse en el sueño sin desesperación

Elegir el camino de un sueño suele traer grandes obstáculos e impedimentos.
La clave está en no desesperarse cuando los resultados no son los esperables ni abandonar con rapidez. Se trata de seguir buscando con pasión, con energía, con entusiasmo.
Mientras exista la pasión, el éxito está garantizado, porque cada minuto entregado a la actividad será placentero, gustoso, deleitable.
Según la programación neurolingüística, no existe el fracaso, si no aprendizajes y resultados. Cada vez que uno sienta que la situación se torna desfavorable, hay que seguir haciendo.
El logro está en no bajar los brazos. Insistir la cantidad de veces que sean necesarias y perseverar. Disfrutar del proceso que existe hasta antes de alcanzar la meta, no cuando se la consiga, sino en todo el camino a realizar. Siempre depende de las ganas, el compromiso y la confianza. Sólo se muere un sueño cuando se lo abandona.